Formas de tratar el Divorcio

                                                                                 

16

FORMA DE TRATAR EL DIVORCIO Y EL NUEVO CASAMIENTO

 

            Si hay algo que se ha puesto claro a lo largo de este estudio es esto: los casos de divorcio y nuevo casamiento son complejos; no son tan simples de tratar como algunos piensan. No me refiero a los quebraderos de cabeza, las vidas rotas, las luchas, las expectativas hechas pedazos y todo esto. Para considerar estas cosas —y deberían ser considera­das— serían necesarios dos o tres libros más. Pero me refiero, simplemente, a la complejidad de los principios y procedimientos que hay que aplicar. El pecado (y, en particular, el fallo en tratarlo y sus consecuencias bíblicas) en sí es bastante com­plejo.

            ¿Hay alguna manera de resumir todo lo di­cho? ¿Podemos redactar una lista de verificación (poniendo junto el contenido esencial de todo el libro) de modo que pueda ser usada para analizar y decidir los casos particulares? La siguiente lista de principios y preguntas, aunque incompleta, como es natural, será útil para hacerlo. Hay que asegurarse de considerar en cada caso si es apli­cable.

 

I.   Principios:

 

            A.    Matrimonio:

 

1.        Es una institución ordenada divi­namente.

2.        Es la institución primera y más fundamental.

3.        Es   obligatorio  y  por   medio   de pacto.

4.        Es un pacto de compañía o com­pañerismo.

5.        Es el lugar para la verdadera in­timidad.

6.        Ha de ser conformado al modelo de Cristo y su Iglesia.

 

            Divorcio:

 

1.        Siempre resulta del pecado.

2.        No es necesariamente pecaminoso.

3.        Siempre destruye un matrimonio.

4.        Nunca es necesario entre creyen­tes.

5.        Es legítimo cuando la causa es el pecado sexual.

6.        Es legítimo cuando un no creyen­te desea divorciarse del creyente.

7.        Es perdonable cuando es pecami­noso.

 

            C.    Nuevo casamiento:

 

1.        En general, es deseable.

2.        Es posible para una persona di­vorciada.

3.        Es posible, por medio del perdón, para una persona divorciada pe­caminosamente.

4.        Es posible sólo cuando se han cubierto todas las obligaciones bíbli­cas.

5.        Es   posible  sólo  cuando  los  dos cónyuges son preparados para el matrimonio.

 

II.   Preguntas:

 

1.        ¿Son cristianos los dos, uno o nin­guno de los cónyuges?

2.        ¿Quién quiere el divorcio?

3.        ¿Con qué motivos o base?

4.        ¿Quiere este cónyuge realmente un di­vorcio o sólo un cambio en la situa­ción?

5.        ¿Ha sido infringido 1.a Corintios 6?

6.        ¿Hay presente pecado sexual?

7.        ¿Hay  evidencia aceptable de dicho pecado o se trata sólo de comentarios o suposiciones?

8.        ¿Ha sido aplicada disciplina de Igle­sia? (Mateo 18:15 y ss.).

9.        Si es así, ¿con qué resultado?

10.    ¿Hay arrepentimiento y perdón?

11.    ¿Ha sido requerida la reconciliación?

12.    ¿Quiere el no creyente que el matri­monio continúe?

13.    ¿Se ha casado el antiguo cónyuge con otro u otra?

14.    ¿Falló alguna Iglesia en tratar el di­vorcio/nuevo casamiento de modo debido?

15.    Si es así, ¿en qué? Y ¿qué hay que hacer para rectificar lo que se ha he­cho mal?

16.    16.  ¿Está el creyente en un estado en que la Iglesia puede declararle libre de toda obligación  y, por tanto, libre •   para volver a casarse?

17.    Si no es así, ¿qué más es necesario hacer para llevarle a esta condición?

 

 

CONCLUSIÓN

 

            He pensado en la posibilidad de considerar toda clase de casos a la luz de los principios y procedimientos que he establecido en este libro, para demostrar la forma en que se pueden aplicar mejor. Pero he decidido no hacerlo (quizá lo haga más adelante en otro contexto):

            Primero, es difícil que se le ocurran a uno todas las situaciones posibles.

            Segundo, quiero poner este libro en manos de la comunidad cristiana en general: legos y pasto­res, consejeros y estudiantes de la Biblia. El con­siderar toda clase de casos hubiera hecho el libro en exceso voluminoso y caro. Ambos factores ha­brían tendido a reducir el número de lectores.

            Tercero, tengo otras cosas que hacer, y el in­cluir estos casos hubiese diferido la publicación de este libro varios meses, por lo menos. Como hay una gran necesidad de su publicación, he de­cidido ponerlo a la prensa inmediatamente.

            Mi oración a Dios es que use este libro para proporcionar equilibrio y bendición a su Iglesia. Lo he escrito pensando en estos dos propósitos.

 

***